Se ha publicado en el número 59, el primero de 2013, de la revista Documents d’Anàlisi Geogràfica (DAG) que editan conjuntamente el Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona y la sección de Geografía de la Universitat de Girona, el artículo que recoge la conferencia que dí en Girona en mayo 2012 sobre patrimonio y paisaje. DAG está dirigida a quienes se interrogan sobre las interacciones entre naturaleza, sociedad, economía y cultura a las diferentes escalas espacio-temporales.

En el artículo reflexiono sobre el carácter histórico de las relaciones entre paisaje y patrimonio: en el pasado  los patrimonios tenían rasgos de paisajes, ya fueran paisajes construidos por el poder político en un momento determinado, ya paisajes vernaculares construidos paulatinamente por la acción de comunidades y sociedades. Reviso primero la adquisición de valor paisajístico por parte tanto de los patrimonios forestales, como de los monumentales y urbanos. En el caso de los centros urbanos hay que esperar al segundo decenio del siglo XX, para que se establezca la doctrina de que los centros urbanos deben ser tratados con el respeto que exige su carácter de patrimonio cultural, porque además los verdaderos responsables de sus malas condiciones higiénicas son el abandono y la especulación. Hay que «desasfixiar» los tejidos  urbanos pero sin imponerles funciones para las que están adaptados. También se pone de manifiesto hasta qué punto las imágenes y referencias paisajísticas fueron utilizadas para construir identidades nacionales y en el caso de los idearios ruralistas, también de identidades locales.

La última parte se consagra a la génesis de la elaboración del concepto de paisaje cultural y su aplicación por parte de la UNESCO. Hasta la Convención de la UNESCO, de 1972, para la Protección del Patrimonio Mundial, no se logró la consagración mundial de la amalgama patrimonial de los conceptos de monumento, monumento histórico y monumento artístico.  Se pasó a considerar patrimonio cultural tanto los monumentos, como los conjuntos y los sitios.  Todas las culturas quedan pues incorporadas, pero al mismo tiempo se jerarquizan los elementos patrimoniales mediante el criterio de excepcionalidad. Para la historiadora del arte y del urbanismo-y militante del patrimonio- Françoise Choay es evidente que los criterios de designación, los de la ciencia, la historia y la historia del arte corresponden a los definidos por la tradición occidental.

La iniciativa se desarrolla en 1992 cuando la UNESCO establece los criterios para la inscripción en la lista del patrimonio de «paisajes culturales» seleccionados por su carácter excepcional entre las obras combinadas de la naturaleza y del hombre de valor sobresaliente desde el punto de vista histórico, estético, etnológico y/o antropológico. Dotados de fuerte dimensión histórica, estos paisajes ilustran la evolución de los establecimientos humanos a lo largo del tiempo, sometidos a las constricciones físicas y a las oportunidades presentadas por el ambiente natural y las fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto internas como externas

Falta un análisis exhaustivo de las razones de la catalogación de los paisajes culturales, pero hasta donde yo conozco los expedientes que apoyan las solicitudes locales y regionales se suelen fundar en razones de oportunidad y desarrollan argumentos construidos ex profeso. En cualquier caso se puede constatar en la lista de los paisajes culturales que han sido declarados patrimonio mundial la misma paradoja que en las redes nacionales de ecosistemas y parques naturales: el querer conciliar la excepcionalidad de un lugar con la representación equilibrada de los diferentes tipos, de las diferentes categorías y de las diferentes regiones. Representación equitativa y excepcionalidad son principios en cierto modo incompatibles. En España ha sido declarado Paisaje Cultural Patrimonio Aranjuez, está cercana la declaración de las Médulas y hay muchas otras candidaturas.

Una primera conclusión es que se reconocen en la actualidad paisajes con valor patrimonial  que ya no tiene que fundarse en el sentido identitario y nacionalista que caracterizó las iniciativas de la segunda mitad del siglo XIX y de la primera mitad del XX. Es deseable desconfiar de la utilización de la identidad como instrumento para la designación de un paisaje, so pena de incurrir de nuevo en la construcción de nuevos y engañosos relatos. En segundo lugar, hay que abogar por la incorporación a los paisajes patrimoniales  también de los cotidianos, tanto rurales como urbanos, pero al mismo tiempo tratar de evitar que la clasificación conduzca a la banalización turística. Un comentario más consiste en seguir ampliando los conceptos de paisaje y de patrimonio a sociedades extraeuropeas, desde sus propias lógicas y no con las nuestras.

El artículo concluye con unas palabras de Alberto Magnaghi:  «Bajo la colada de lava de la urbanización contemporánea, sobrevive (…) un riquísimo patrimonio territorial, preparado para ser fecundado por nuevos actores sociales, que lo quieran cuidar. Este proceso está ya en parte sucediendo allí donde más grande es la brecha entre crecimiento económico y bienestar».  Para salvar esta distancia propone un Proyecto local, una asociación de verdaderos «territorialistas» y «paisajistas», abierta a todos los militantes de los lugares, de los patrimonios y de los paisajes.

Patrimonio y paisaje

Vista general de Aranjuez

Vista general de Aranjuez

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Delimitación Paisaje Cultural Patrimonio Unesco Aranjuez

Delimitación Paisaje Cultural Patrimonio Unesco Aranjuez

Cartel anunciador Patrimonio Unesco

Cartel anunciador Patrimonio Unesco

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