Escribo estos posts como resultado, primero, del asombro que me produjeron las colosales proporciones de  la urbanización en China en un corto viaje realizado en junio a las grandes ciudades orientales, cuyas imágenes se me sobreimponían a las de otro viaje anterior veintiocho años antes [Ver post “Beijing-Shanghai 1984-2012. ¿Las mismas ciudades?”];  también son el resultado de mi forma de ser y de reflexionar. Yo viajo como la mayor parte de la gente, sin haber tenido tiempo de preparar la información que necesitaría sobre las regiones y ciudades que voy a visitar, durante el viaje con curiosidad y entusiasmo siempre, algo cansada y exasperada veces. Siempre me compensa viajar. Pero me ocurre que el haber visto las cosas me deja en algunas ocasiones presa de una obsesión por dar respuestas a las preguntas que me he (nos hemos) formulado en el viaje, lo que me lleva a una inmersión postviaje en la literatura, geográfica y no geográfica, disponible.

Unas semanas antes del viaje a China yo había recorrido con Ramón López de Lucio y los compañeros del Centro de Debates Urbanos las inefables periferias de Madrid, urbanismos y arquitecturas del despropósito [Club de Debates Urbanos], los grandes PAUs como el de Vallecas a los que les alcanzó la crisis por lo que se quedaron como  contenedores vacíos y ciudades fantasmas, producto de la desmesura y de la desproporción; o los ghettos del terciario directivo suburbano como el centro de BSCH de Boadilla del Monte; y por no extenderme un último caso,  el extraordinario caso del polígono industrial de Cobo Calleja en Fuenlabrada,  convertido en una de las grandes Chinatowns europeas, hub, dice Ramón, del comercio al por mayor chino… y quizá de otras actividades, como parecen señalar las recientes operaciones policiales.

También había recibido en mayo 2012 la convocatoria de la Universidad de Grenoble para que reflexionáramos sobre “los territorios híbridos”: “Asistimos a un estallido de los tiempos sociales, de los territorios vitales y de las movilidades […] mestizaje, multipertenencia, hibridación de tiempos y de prácticas se convierten en figuras corrientes del mundo contemporáneo” [Ver blog “Territorios híbridos” 28-29.3.2012].  Pero nada comparable a la desmesura e hibridación que vi después en China. En un espacio dedicado recientemente por la BBC a la cuestión se decía: “Hemos hablado mucho recientemente de las ciudades fantasmas en Irlanda y en España, pero lo que está ocurriendo en China es Irlanda y España con un tratamiento de esteroides.” [BBC]

La obsesión por leer sobre China me ha durado mucho. En los meses de verano he leído de todo: desde una biografía de Mao, tan sectaria como interesante[1], a La construcció de Xina, de mi gran amiga de la juventud, y reputada sinóloga, Dolors Folch;  las excelentes novelas policiacas de Qiu Xiaolong, el creador del inspector jefe Chen Cao, que trata a la vez de trabajar con normalidad y de cultivar su pasión por la poesía (y por la gastronomía) en el Shanghai moderno, pero que siempre se acaba viendo confrontado con casos que le remiten a los tenebrosos tiempos de la Revolución Cultural. O, sobre todo, la estremecedora novela del premio nobel chino, gran poeta, gran novelista y gran pintor, Gao Xingjian, El libro de un hombre solo, que recrea, jugando con la segunda y tercera persona, sus experiencias antes y durante la Revolución Cultural, cuando había que mimetizarse -y envilecerse- con todos y con cada uno, cuando había que conseguir hacer desaparecer el cerebro, la primera persona. El recurso literario que usa el autor, como muy bien dice su epiloguista, es “estrangular al yo, eliminado por la crueldad de la realidad, y que sólo queden el tú del presente y el él de aquella época y de aquellas circunstancias, esto es la realidad y el recuerdo, la existencia y la historia, la conciencia y la escritura”[2]. El libro empieza con estas palabras que el relato hará estremecedoras: “No ha olvidado que tuvo otra vida” [Libro de un hombre solo]. La dificultad que tiene Gao, no en recordar, sino en contar su historia personal,  parece ser, muy habitual entre los chinos, los de esa generación y de otras que, cuando se ven obligados a hacerlo, suelen revestirlo de un despersonalizador: “Todos sufrimos mucho”. Tampoco está tan lejos de lo que ocurría con la generación de los que vivieron como protagonistas la guerra civil y la postguerra españolas.

Pero, claro, de lo que más he leído ha sido sobre ciudades chinas, sobre urbanismo reciente. Cuando pensé en escribir estos posts creía que podría hacerlo limitándome a ampliar en algo mis percepciones y mis fotografías. Pero era querer no reconocerme a mí misma, y como era de esperar he sido mi propia víctima; tantos años de hábitos de investigación, de academia, me llevan a no saber escribir nada (salvo las cartas o los correos, hasta ahí podríamos llegar) sin pesquisas, sin comprobación, sin ratificación. Sin inmersión. En otras palabras me he metido, y quizá meta también a mis eventuales lectores, en un jardín. Pero he disfrutado. De ahí los posts que seguirán a este y los textos sobre las ciudades y la urbanización chinas que incluiré en este blog como pdf.

Post: Beijing y Shanghai 1984-2012 y sus fotografías: ¿Las mismas ciudades?

Post: Factory Girls: La inmigración femenina en las ciudades instantáneas del sur de China

Pdf: La urbanización china como motor del crecimiento económico. Herencias socialistas y liderazgo urbano en la atracción del capital.


[1] Chang, Jung y Halliday, Jon, Mao, the unknown story, Anchor Books, 2005.

[2] Liu Zaifu, Epílogo en Bao Xingjian: El libro de un hombre solo. Traducción de Xin Fei y José Luis Sánchez, Ediciones del Bronce, 2003. La versión inglesa  es One’s man bible (en chino, Yige renb de shengjing) y deja la duda sobre la oportunidad del título castellano.

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